Y
ver su foto y encontrar el libro aquel que leía en el porche junto
al cielo negro. Vaya, cavilando sobre la eternidad de lo que es y no,
de lo que muere y no, que es todo y a la vez es nada. Y pensar que
antes lo contemplaba como contemplaba la noche aquella, más opaca y
oscura que sus ojos de cieno, y sentía el rugir de un ave
hambrienta, el avivar de un fuego oculto. Y, ahora, ahora no puedo
dejar de evocar aquel título casi revelador que Sartre se empeñaba
en disfrazar como un modo de liberación inútil. Todos estamos
condenados a ser esclavos, tropezones de la mala digestión del
mundo. Y ver su foto y emblandecerme, derretirme, sentir una arcada
espantosa que no deja de chillarme aquello que decía la canción: "So fuck you, fuck you, fuck you, and all we've been through." Y
me siento débil y enferma recordando que me espetó que ya no
tenía alma, como si yo, al borde de mi angustia, pudiera
devolvérsela. Vaya...
Akata.
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