DECLARACIÓN DE AMOR. PROPIO
"Ella siempre quiso ser Alabama."
Eres como Frida Khalo bebiendo,
se te llena el labio de la espuma efervescente y contemplo tu bigote,
como contemplaría al trasluz el vello oscuro
de unas manos que pintan en la sombra.
Cuando dejas la jarra sobre el borde de la mesa,
tus hombros
parecen catedrales sedientas,
absorben miradas visitantes
y yo,
tomando entre mis manos los restos de papel,
dibujo gorriones con vetas rojas
que prenden fuego a tus huesos señalados.
Tus dos clavículas siniestras se hacen pájaros.
Y al reírte, mujer,
me recuerdas a Chavela hablando de libertad y fumando puros.
Tu risa es como el humo de un habano tosco y natural.
Impregnas los pulmones ajenos
con la fuerza de diez mil mariposas renacidas.
No puedo dejar de observar tu lengua
desde esta silla
viscosa y suave.
Seguro; húmeda y azul: gelatinosa.
Vargas canta en tu risa mariposas suaves,
húmedas, sedientas.
Pero, especialmente me apresa un cosquilleo, cuando veo en ti
el descaro de Wolfe en las palabras.
Los improperios y maldichos refranes:
Serenatas,
y algún que otro gran `hijo de puta´.
Entonces, mi estómago se hace fosfatina, se convierte en una piscina
de ácido sulfúrico
y no aguanto;
quiero besarte
allí donde acaban tus ardores,
donde el hombre es un imbécil que camina tras la muerte,
y el Karma es un cabrito ciego y torpe.
Un manco peleado con sus dedos.
Allí es
donde no resisto tu belleza,
donde, si me observas demasiado,
encontrarás a Bukowski, y a Hemingway y a Burroughs
poniéndose hasta el culo de algún alcohol gastado y venenoso.
Allí, sí, allí, empachado de mirarte tanto
sin tocarte,
de imaginar cómo sera el labio que me corte
cuando en sueños te imagine siendo un monstruo.
La peor de todas estas noches es en la que no me arrancas la rutina.
Tú eres como tú, cuando caminas con ese vestido que no tapa apenas,
cuando corres al siguiente bar
y saltas.
Cuando comes como si el mundo se cayese a cachos.
Cuando a cachos, te deshaces borracha y entornada, y me susurras al oído:
"Vámonos a otra parte. A un meridiano."
Tú eres tú,
cuando me partes en el tímpano con la voz calmada y rota;
y todos los personajes que ya fueron
se manifiestan en la savia de tus verbos.
Ahí te encuentro y también te desvaneces,
como Frida en la tarde, como Vargas en la boca siniestra de la muerte,
como Wolfe en los atascos, como el Karma mentiroso.
Ahí la dualidad converge,
y bebo de ti como lo haría Burroughs, y Hemingway y Bukowski,
con la certeza de no hallar más salida a la vida en este mundo
que todas las palabras,
el instante que ya se está acabando,
y esa boca.
Akata.
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