GRITO DE MUJER
"...a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto
de sus sueños."
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto
de sus sueños."
Gioconda Belli
Quizá en otro tiempo fui Boudicca, y prendí fuego al corazón
de Nerón. Quizá
fui aire y una vasta legión de hambrientos hiperbóreos. Yo, tal vez, amamantando
con los mil pechos de Bride a las tribus
resistentes a un imperio. Quizá fui llama,
nervio de costilla y sangre. Quizá fui,
aquellas pasiones sentenciosas, como el ave guiada hasta la brecha. Carne y
hueso, Maeve Connacht, flagrante despiadada. Quizá guerrera con runas y espirales, agazapada en la noche bajo la luz sobre el
mapa que prende en la vela, con cantos de
cuervas a la espalda, sonidos de una
religión lejana plagada de sollozos y únicas verdades. Yo quizá, fui la antigua
misión de Dagda vigilante. O tal vez fui
rojizo labio al llanto, Scatagh dando
órdenes al viento; amaestrando en la lucha
a jóvenes potros que aún, dormidos en la
eterna magnitud del bosque, soñaban con la guerra. Fui Eire con la trenza anudada al mar de la esmeralda
y un grito en la sinergia de aquella rebelión de sexo sin las culpas.
Soy quién sabe qué, acaso guerrera y sucio golpe: cuervo,
jabalí, cierva salvaje. Arqueada en la figura de todas mis predecesoras,
escupiendo palabras con la debilidad del que escribe para encontrar respuestas.
Y puede (estoy sedienta) que un día La Morrigan se revele en mis sueños, y que parta mi corazón con
sus extraños brebajes: sierpes, ranas, vísceras, grises pústulas. Aceite de
muerte y podredumbre. Y puede, también que vuelva, sin más remedio, al campo
de batalla. Destruiré la infecta Roma y, con su mano hecha de grana, sangre de
mi sangre, cortaré el cordón que los acerca a nuestras secretas costumbres. Seré
entonces yo, y no quedará resquicio alguno en la tierra de su infierno. Yo,
despertando mujer de la ruda contienda. Yo celta sin miedo, heridas hasta el
músculo caliente, madre bendita por los dioses. Yo, mil veces
nueve, la última y primera en la gran
elevación del Roble, hija del viento y de
nadie. Mujer-Cierva. Quizá sí, y en otra
vida fui La Grulla. Yo Nessa, Mis La
fiera, Deirdre, Estiu, Danu valerosa. Todas
las mujeres en época de hombres ante la atónita mirada del paso del tiempo.
Diana Forte.