Como en la sucesión de ideas
encontradas, hallo mis formas en el frío de un parque andaluz, de una farola,
de una salida a toda prisa de la casa vieja en la que aúllo aún los sueños. Que
no me faltan derrotas y siempre me hacen falta besos. Yo, que encontraba en mí
la perfección exagerada de lo que ya no existe. Mas una y otra vez humana, sigo
buscando el hueco que me corresponda, sigo intentando ser quien quiera que sea
quien esté ahí adentro. El frío hace conmigo lo que conmigo hace la distancia,
o la lluvia, o la impaciencia. Temo que no vuelva nunca esa creencia invencible
de ser fiel a lo que soy, aunque nunca me haya gustado. No escribo para nadie,
escribo para mi pobre corazón quebrado. Que no es lo mismo saberse, que ser
sensible a los impactos. Pero que aquí caigo, en el frío. Sin contar nada que
no sea el congelado de mis dedos. Sin nada nuevo que no sea esta locura
infinitamente absurda. Te vas y yo regreso del lugar de mi mente en que me
hallaba obstruida. Te vas a otro país para que yo empiece a caminar sola. Y en
esa soledad me hablo con todos mis demonios y hago al fin las paces. Cansada ya
de que me digan que nunca fui suficiente. Cansada de las bromas dolorosas del
hallazgo insolente de ser menos que el resto. Pero vaya. Que te vas a cualquier
parte y yo regreso. Más firme, más ruda, más guerrera. Y no me importa ya que
los vientos no me surquen. O que el amor me amargue la tristeza. Yo no quise
preguntar cuando volvías. No quise preguntar cuando parabas. En qué momento
volverías a estar loco.
Maldita, inútil locura.
Maldita, inútil locura.
Diana Forte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario