¿No te pasa que a veces algo te duele
y no es el alma? No, no es el alma, ni es algo físico, no estás
enfermo(o eso crees) y aparentemente no vas a colapsarte. Pero te
duele algo, algo inexplicable que antes no estaba ahí, que anoche,
sin ir más lejos, no estaba ahí y que ahora está, se manifiesta.
Te ha despertado por la mañana mientras te cubrías del frío con la
manta, y ya no ha dejado que te tapes.
Has fruncido el ceño, te has ido
corriendo al baño y te has tocado rápido el pecho por si era el
corazón lo que escocía; y no, el corazón estaba bien. Quizá un
poco acelerado por la expansiva corrida del dolor a todas partes,
pero bien al fin y al cabo. Y tú, empeñada, sigues tocándote el
cuerpo, sigues agitando el pelo de tu cabeza, te miras los dedos
rojos de los nervios, te apartas el pijama y te tocas los huesos. Y
no, no hay nada. ¿Y en la cabeza? Sensación de soñolencia, una
visión de lo último soñado, una prisa por no llegar tarde a la
cita de los lunes, pero nada. Ni un rostro, ni una frase, ni una
imagen de algún viaje. Nada. Todo está encajado, hoy nada ha salido
de su sitio, nada se ha movido de lo interno.
Pero te sigue doliendo ¿verdad que si?
Te sigue doliendo donde no hay nada que pueda doler. En lo
inexplicable, en lo ajeno, en lo que es más tuyo que de nadie. Pero
¿dónde?¿existe ese lugar? Porque sientes fuerte las punzadas, el
veneno, ¿pero dónde? ¿En que parte de esa habitación se está
fundiendo?
Vuelves al borde de la cama y respiras
profundo, los latidos ya han dejado de gemir como al principio, pero
ahora, el pánico es tu dueño, un pánico tranquilo, que busca el
origen de un mal trago.
A veces duele y no es nada, pero duele.
Akata.
Qué dardo, qué saeta más oportuna y apuntada: te duele en lo inexplicable.
ResponderEliminarEse dolor, que no viene del cuerpo, ni de las emociones, ni de los recuerdos, ni de la mente, ni de la imaginación...pero duele.
Y el dolor avisa y cuando nuestros ojos no saben donde mirar, no lo podemos atender. Dejarlo, no pasa nada, pero duele.