De ti,
no diré jamás,
tu sexo como antifaz,
tu espalda como jardín.
Tu cuerpo duna de miel,
ojos de corte apolíneo,
clavar o libar la hiel
entre los muslos caríbeos.
¿De que me sirve la sed
si no me puedo saciar
de la única fugaz
musa lactante y placer?
De ti,
yo nunca diré
que la noche bastará,
desnudarte en tu disfraz
de ti,
yo bruja,
se,
que ahora que te me vas,
hechizas la soledad
con tus versos de papel.
Akata
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