miércoles, 1 de mayo de 2019

BRAY

A las catástrofes, con amor. A la locura que encierra el inexplicable devenir de la existencia, con amor también. Al recuerdo inequívoco de la sonrisa de mi madre, a su voz, a su pelo rubio, a sus ojos de tierra y lluvia, con amor. Este poema rescata solo una de las porciones de amor que profeso hacia el ser humano más importante de mi vida, mi madre. Ojalá llegues algún día a mí a través de la luz.




















BRAY

A mi madre, Gea imperecedera.

Pasó el animal
como un lobo dentelleando el aire.
Proyectó también
su ala
el golpe de la luz sobre las olas
y pensé en todos
los besos y abrazos que te dimos
todos
los instantes en que sentí
                                          la vida.

Huérfana, tal vez, de un dios amigo,
ahora recubierta
de la silente bendición
de tu nombre: <<¡Madre!>>,
grité allí
donde los árboles regresaban al nacer
donde aún
siento que te crujían los huesos de amor
entre mis palmas
allí
pasó este pájaro
como una noche absurda y repentina
para mostrarme las opciones
de la muerte:
Belleza y latitud,
                            bagaje y alma.


Diana Forte y Agustina Forte. 2019.

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