martes, 18 de noviembre de 2014

Vuelvo


-VUELVO-

Pero a veces me cuesta regresar, y allí estoy, frente a ti, mordiéndome las palabras, como un cisne idiota que ha comprendido que siempre deberá mirar al cielo. Y así, me aclaman tus ojos, me devuelven a ese banco del parque en  que me miras ardiendo, contándome tus huidas, deseando que me quede. Pero a veces, y es problema, ando en otras estaciones, e imagino rojos soles cayéndome por la nuca. Amo más las despedidas que ya nunca más serán, que las palabras presentes. La nostalgia se hace un enorme tunel de lobo, y allí me unto (y) borracha con su aliento desgastado.

Pero, sé que, a veces, tu eres capaz de volverme. Y yo prendo entre tus cejas, como el que salta en un sueño, y de pronto comprende que, despierta, la vida duele, pero importa, la vida enseña, es ahora.

Entiendo entonces, allí, en el frío, que son tus dedos calmados los que realmente me hacen libre, y mujer, y ahora. Y, valga la redundancia conjuntiva, es en ese instante, cuando regreso a ti, cuando revuelvo y dulcemente nos besamos.


Akata.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

martes, 4 de noviembre de 2014

"Olvidé la poesía para hablar también de la estupidez." D.F.





-ENCONTRAR UN LUGAR EN EL MUNDO-



Nunca entenderé muy bien esa frase que muchas personas utilizan como si fuese una especie de oración o súplica " Mi mayor anhelo es encontrar mi lugar en el mundo." En serio, ¿Qué diablos quiere decir esto? Porque, si realmente pensamos en el sentido intrínseco de la frase, lo que estamos queriendo decir es que, ansiamos encontrar el motivo por el cual estamos vivos, el motivo por el que hemos sido puestos en La Tierra, la misteriosa fuerza que ha impulsado al cosmos a necesitar de nuestra existencia. Esta frase no es más que otro alimento para dar sentido al vacío de la vida humana. En mi opinión, el ego es el que crea la ilusión de que cada uno pertenece a un plan (divino o no) en el que encaja en el universo. Lo único real que podría atribuirle a esta frase es El Principio de causa y efecto; esto es, como todos sabemos, todas nuestras acciones son causas que repercutirán en la vida de otros desencadenando un efecto. Yo podría modificar tu vida, al igual que tu podrías modificar la mía, pero, ni siquiera esto, determinaría el hecho de que nuestra existencia estaba abocada a llevar acabo esa causalidad. No sé si me explico. No sé.

Pero en definitiva, creo que encontrar "nuestro pequeño o gran lugar en el mundo", no es más que la capacidad que tiene el cuerpo de darse cuenta de que está vivo cuando realiza algo que realmente lo estimula, que realmente lo hace olvidarse del tiempo, que lo invita a creer que haciendo esto o aquello, no morirá nunca.

Aunque esa actividad varíe en el trayecto, desmontando de nuevo la dichosa frasecita.




Akata.





lunes, 3 de noviembre de 2014

LA MEDIOCRIDAD





LA MEDIOCRIDAD


Así que bebí otro trago más, como si la vida estuviese condensada al fondo de esa cerveza caliente, y pensé en el ser inútil y bobalicón que se encontraba sentado a unos cuantos centímetros de mi. Era patético, todo su cuerpo intentaba llamar la atención de la gente del bar. Reía a carcajadas, profería insultos a destiempo mientras derramaba la birra por el suelo; e incluso le pidió el número de teléfono a la chica más llamativa de la barra. "Pobre paleto.-pensé- apuesto a que sabe que es un mediocre sin talento."

Y extraordinariamente, cuando acabé de beberme hasta el último trago de mi tercio, el muchacho se serenó por completo. Tomó su cartera y el paquete de tabaco y se sentó en la esquina más oscura del bar. Allí permaneció durante media hora, inmóvil, terriblemente serio. El mundo se había empeñado en devolverle su propio reflejo, y no hay nada más áspero que la verdad.

De repente, un cosquilleo molesto se plantó en mi lengua y me obligó a eructar. Aquel sonido desagradable me hizo daño en la garganta: ¡Joder!- proferí- ¡Joder, que puto daño!- Seguí vociferando mientras, sin querer, le daba un golpe a la cerveza y la tiraba al suelo. Todos me miraban como si acabasen de descubrir que un mono de circo se había colado en su maravillosa escena de borrachos.

Con el nervio en la piel, me acerqué a la chica de la barra y le pedí un pañuelo para limpiar el estropicio,  pero, la chica, en lugar de desplegar la amabilidad que yo creí apropiada, me miró de arriba abajo y me dijo:¿¡En serio!? ¿Otro triste intentando llamar la atención? ¡Vete a tu casa puto payaso!

Ante aquella situación y al borde de la histeria, no tuve más remedio que buscar un hueco en el sofá, aquel oscuro y desocupado que nadie, estaba convencido, iba escoger. Y con un gesto de la mano me pedí otra cerveza. Ya no me importaba si estaba fría o caliente. Ya no me importaban todos los demás. Quería estar ahí, en silencio, pasando desapercibido, sabiéndome uno más sin importarme en absoluto.



Akata.