domingo, 16 de octubre de 2011

Jamás comprenderás al Amor, si en el amor no hay incomprensión capaz de ser amada


Destruirlo todo, todo, a bala y a cuchillo.
Los ídolos se baten bajo el agua.

-Isolda, Isolda, cuántos kilómetros nos separan, cuántos sexos entre tú y yo.

En medio de la catástrofe y de la confusión general, unos brazos más poderosos que cien mares se apretaron en mi cuello.

- Isolda, Isolda ¿eres tú?

Y aquella noche amarga en que se está muriendo alguien. Creo que es llegado el momento de pensar en la noche en que nos estaremos muriendo nosotros.

-Isolda, te amo y a través de todas las otras sólo he buscado amarte más. Isolda ¡Si tu supieras! El cielo ha cambiado siete veces. ¡Ah, si tu supieras! Yo estoy escondido adentro de tu sombra. Yo soy el árbol nacido adentro de tus ojos.

- Isolda, el peso de las lágrimas no puede romper el mármol.Pero he ahí lo que hizo el milagro de la memoria musculosa.

Tú eres el caballo que monta la noche para sus más largas marchas. Sin embargo, nunca llegarás al fin. Recorrerás toda la historia de los hombres y no encontrarás lo que buscabas.

-Isolda ¿cuál es tu voz y cuál debiera ser?¿ En donde está tu voz y en donde debiera estar?

¿ Oyes? Están clavando mi ataúd ¿Oyes como clavan mi ataúd?¿Cómo encierran la noche en mi ataúd, la noche que será mía hasta el fin de los siglos?
Soy lento, lento para morir.
No temo a la nada ni la temería aunque no tuviera la seguridad de seguir en mi eco, de seguir intangible rodando de eco en eco.

-Isolda, tu has de encontrarme varias veces en muchos caminos de la eternidad.

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