lunes, 15 de mayo de 2017

LA CIUDAD




Aprendido el peso del silencio y el horror de una ciudad vacía -llena de gente-, vacía; debo confesar que sigo siendo esa niña asustada contra el muro. Contra aquel muro, un muro cualquiera en que su mano me decía: <<tócame donde me gusta>>. Y así fui creciendo en la consolidada idea de que yo era la que obedecía, y él era el que sentía mi mano. Da igual quién fuera, eran muchos y todos similares. Esta es la forma que tuve de conocer la ciudad, de saber que ahora la ciudad me debe, lo que yo no pude exigirle a ese muchacho: carne, agua salada, improperios de néctar diluyente, esculturas bellas, rincones a los que jamás volvería a entrar con un gorrión entre los párpados. Esta es la forma que tengo de conocer lo más costoso, que no fue, no hubo.  Uno está tan lento, tan esquivo cuando no entiende el amor, cuando no entiende la obsesión imparcial y enamorada. Lo que yo supe, lo que yo, con dos letras bien forzadas, fue la noche fue mi sílaba. Esa era la única verdad. Mi sílaba, mi verbo, la forma de conjugarme en la ciudad quebrada. Porque muchas veces dije: <<odio la palabra "amor", "corazón", jamás pondré amor en un poema>>. Y, sin embargo, no solo amor, corazón, no solo tus ojos o el aire están en todo. También la lluvia que no me diste, también el dedo que no me dejó tocar la silueta, todas las veces que te escribí unos versos, y nunca esta respuesta.


Diana Forte.

miércoles, 5 de abril de 2017

El silencio de los elefantes







EL SILENCIO DE LOS ELEFANTES

"...a las mujeres que escriben sobre
la Muerte siempre las encierran.
A ellas les dicen
que las sanarán, les dicen
que la tristeza se cura, les dicen
que el quemar en el pecho
que las clavículas rotas"
CARMEN JUAN

Si tuviésemos la lengua como un puente, y no como una vara metálica en la boca de un cedro, entenderíamos qué es amar con los dos ojos, cruzar a nado el vientre improvisado de los árboles, sacar a flote las carencias. Ser vulnerable. Si tuviésemos la sangre como seca, como carne bruñida al sol que se desploma, y no tanto como llama amarillenta que se olvida, entenderíamos el sonido como el más puro de los sauces. Es la naturaleza abriendo el mundo, rompiendo con su muerte una gran irreverencia. No hay, no tienes alcoba vacía donde dejar las nadas. Estás en todos los pájaros que anidan en la esencia. Tú, oh, tenías tanto miedo de decir: lo sabe. Y ahora que lo sabe, tienes tanto miedo de la grava. Es esa tierra encharcada que lame el fondo de los ríos. ¿Acaso no se vio al pez de barro? Ser vulnerable como un cuenco sobre el roto de la mesa. Tienes tanto miedo a no ser lo que debiste haber sido. A no ser lo que debes ser, a lo que debes. Ser vulnerable, delicada, como el silencio de los elefantes. La vida se te para en los excesos, como una fotografía en la punta de las yemas. Tienes piel de araña, tierra, todavía. Y vamos a curar

ahora 

las palabras


que ya nadie te dijo.




Diana Forte.

jueves, 23 de marzo de 2017

¿Sobre la Poesía?


¿SOBRE LA POESÍA?

Dicen,

No hablas en los poemas

de Poesía. Ya sabes,

la falta de trabajo, la cabeza ladeada

contra el suelo

los ojos, si acaso, un poco más cansados;

viejos.

No escupes, ni gargueas lo importante:

Que a este País le faltan, tal vez,

ciertos magnates de conciencia

Le sobran sin apelar a las ruinas

ocultas de sus urbes—,

políticos corruptos y sapio-politólogos.

Solo ordenas el caos de tus valientes

y asustas

a tus pocas filigranas de cordura.

Porque te duele, ¿verdad?

Y eso se nota.


Sin embargo, no puedes dedicarte únicamente

a la azul tarea de convertir

a hombres en diamantes.


Dicen,

no hablas de Poesía, no escribes lo importante:

el aborto y el suicidio, lo transgénero,

lo marcado como frágil, lo privado.

¿Por qué, Diana, no dibujas "Libre"?

Solo grapas de lluvia en tus pupilas

y alguna cita malsonante

sobre lo que está de moda.


Amantes que te recordarán el golpe de la nieve

y versos,

muchos versos sobre ti

y sobre lo pactado.


Dicen, así, 

hazte un hueco en este mundo

y yo

que ni leo, ni me nombro, ni me escucho

repito: "Noli me tangere", sin zapatos acordes con la broma,

sin futuro

sin recuerdo del pasado:"Noli me tangere".cito a Claudia Y siento la piel más firme

y más adentro (Millennial del palo, niña boba).


Solo grieta en la baldosa y sus insultos

dolor

dolor absurdo masticado

sin los ojos.

¿Y eso no es reflejo

de la negativa

de entrar dócilmente en esa buena noche?

¿De huir de mi ciudad española

en la que no crece la ciencia, donde todos

llevan casco de persona, donde amar es

el nuevo verbo decidido?


A mi tristeza voy porque yo siento

en ella a los que esperan

que el mundo cambie pronto.


A mis palabras voy para rajar lo dado por supuesto,

lo  marcado por otros

creídos dueños del libro mundial

de la fama y la tecnología.


Dicen,

¡Venga, recuérdanos la sangre! ¡Olvida tus fracasos! ¡Escúpenos Poesía!

Pero yo sé, que escribo de mí porque es sagrado

el pacto que tengo con vosotros.



Diana Forte.

viernes, 13 de enero de 2017


                                                                       YO SOY



Yo soy. Con o sin importancia, con y sin dependencia. Soy. Porque Zambrano hablaba del claro y yo hablo de la luz. Porque puede que ella también supiese de la luz, tratase más con ella que yo con las palabras. Porque soy. Esto es, no es necesario saber el punto en que me hallo, no es obligatorio saber dónde debo esgrimir mis argumentos para hacerme un hueco tierno en la boca de otra de las mil ciudades que pienso conquistar. Yo soy. Estoy aquí. Magnífica abominación perfecta dentro de mi existencia. Me quiero. 



Diana Forte.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Maldita, inútil locura

Como en la sucesión de ideas encontradas, hallo mis formas en el frío de un parque andaluz, de una farola, de una salida a toda prisa de la casa vieja en la que aúllo aún los sueños. Que no me faltan derrotas y siempre me hacen falta besos. Yo, que encontraba en mí la perfección exagerada de lo que ya no existe. Mas una y otra vez humana, sigo buscando el hueco que me corresponda, sigo intentando ser quien quiera que sea quien esté ahí adentro. El frío hace conmigo lo que conmigo hace la distancia, o la lluvia, o la impaciencia. Temo que no vuelva nunca esa creencia invencible de ser fiel a lo que soy, aunque nunca me haya gustado. No escribo para nadie, escribo para mi pobre corazón quebrado. Que no es lo mismo saberse, que ser sensible a los impactos. Pero que aquí caigo, en el frío. Sin contar nada que no sea el congelado de mis dedos. Sin nada nuevo que no sea esta locura infinitamente absurda. Te vas y yo regreso del lugar de mi mente en que me hallaba obstruida. Te vas a otro país para que yo empiece a caminar sola. Y en esa soledad me hablo con todos mis demonios y hago al fin las paces. Cansada ya de que me digan que nunca fui suficiente. Cansada de las bromas dolorosas del hallazgo insolente de ser menos que el resto. Pero vaya. Que te vas a cualquier parte y yo regreso. Más firme, más ruda, más guerrera. Y no me importa ya que los vientos no me surquen. O que el amor me amargue la tristeza. Yo no quise preguntar cuando volvías. No quise preguntar cuando parabas. En qué momento volverías a estar loco.

Maldita, inútil locura.


Diana Forte.

miércoles, 19 de octubre de 2016

ALIENTO DE NOSTALGIA

ALIENTO DE NOSTALGIA



De repente estaban ahí. Yo no los había invocado, y mucho menos quería volver atrás, pero una ligera pústula de color violeta iba naciendo en alguna parte de mi cerebro. Me zarandeaba constantemente la sensación de que toda mi infancia, toda mi adolescencia, toda la etapa magna de mi vida, se había esfumado como el humo de una obra a las 4 de la tarde. No sabía qué estaba sucediendo. Los ojos iban y venían, de una sucesión de imágenes de personas que una vez tal vez conocí, a la página abandonada de mi ex. Ese ex al que yo había decidido condenar a la culpa y el dolor perpétuo. Esa persona triste y deprimida que no había tenido el valor necesario para enfrentar las cosas a su debido momento. Nada más alejado de mi actuación. Me había pasado los cuatro años de relación buscando manos ajenas y, sin embargo, ahora me parecía el ser más escandalosamente maravilloso sobre la faz de la tierra. Todos los que se habían aprovechado de mi buena voluntad o, aquellos que en algún momento de su existencia me habían regalado palabras de miel, ahora se me antojaban como héroes de marvel. Salvadores de un destino incierto que parecía irse todas las mañanas junto a la manta de los pelos del gato. 
Sí, vivía en otra ciudad, desayunaba en otra ciudad, el ruido de las calles cada despertar era, sin duda, de otra ciudad. ¿Qué estaba haciendo allí? El destino había decidido rebelarse contra mí. En ese preciso instante en que me levantaba para ir al baño y mirarme al espejo, todas las facciones de todos a los que un día amé se aparecían como una especie de ensoñación mitificada. Yo sabía que era una ilusión, una pandemia de exaltación por la nostalgia, pero no podía alejar de mí esa sensación magullante que me decía que "cualquier tiempo pasado había sido mejor". ¿Lo había sido? Desde luego que no. Entonces, ¿por qué había olvidado con tanta facilidad el posible brillante presente? ¿Necesitaba volver atrás? ¿Cuándo había empezado esta oleada de `saudade´ extrema? ¿Para qué? ¿Era la forma que tenía mi cerebro de decirme que quería huir? No podía contestar a ninguna de aquellas preguntas. Lo sabía. Sin embargo, las imágenes no dejaban de venir a mi cabeza. Me vestía, me arreglaba, bajaba a comprar el pan, y allí estaba mi etapa en la Universidad. Esas mañanas despreocupadas en las que solo tenía que plantarme en una silla y despreciar al mundo por haberme hecho levantarme tan temprano. Solo tenía que mirar a mis amigas y proponer alguna escapada a los bares de enfrente para mitigar el aburrimiento juvenil. Yo era un ser humano en proceso de algo. Y parecía algo importante. ¿Y ahora? Ese ser humano que tejía palabras en las libretas y dibujaba formas de futuro no encuentra nada en su presente que quiera conservar. Y no digamos que desea eliminar nada de su vida, simplemente, es como si las cosas le rozasen. Como si las cosas me rozasen. Me siento al borde de algo y siento que mi única salida es huir. Pero, ¿hacia dónde? ¿Y para qué? Hace un año fui feliz, y ahora solo puedo recordar la nostalgia. No sé qué está pasando. No quiero nada de lo que tuve, pero mi cerebro anhela todo lo que fue. Se está convirtiendo en una especie de monstruo silente. Y yo me estoy convirtiendo en una adoradora del sonido del teclado en mis dedos. El odio existe porque tiene forma de palabra. El odio es real porque tiene conciencia. Igual que la tristeza. Igual que la melancolía. Aunque eso ya lo sabía Von Trier. 

lunes, 17 de octubre de 2016