sábado, 26 de mayo de 2012

"Era el caos mismo abriéndose ante ella, como un todo perfecto, como el máximo poder del sufrimiento azotándole la mente. Al fin se acababa el tedio del orden y el equilibrio. Se consumían las horas de saber “qué hacer” y “qué decir” y se pasaba única y exclusivamente al descontrol, a no hallar la respuesta adecuada, a no buscar la respuesta adecuada. Era la vida estallando en un segundo, desde el instante en que todo el camino andado se iba desmoronando tras sus pasos. Una firme decisión, sin el miedo que provoca el desasosiego y la inestabilidad, y las cosas encontraban su razón de ser, su sentido. La vida gris y la aflicción se tornaban euforia repentina, un cúmulo de sensaciones drenándole las venas. <<Podría acostumbrarme a esto>> .-Pensó. Pero sabía que el caos estaba en ella como el Karma en el universo, encajando las piezas de un puzzle que nunca nadie terminaría."

Akata.

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Es la mejor de todas las sensaciones, la mejor de las rutinas, la única rutina que estaría dispuesta a mantener para el resto de mi vida. La única que quiero que sea mencionada cuando muera, el único aliento que no me importa exhalar en cada calada de oxígeno viciado. No puedo explicar lo que es sentirse de esta forma, tan pesado y tan liviano a la vez, con la capacidad de comprenderlo todo en ese lapso de tiempo en el que el corazón bombea más fuerte que nunca, y en que los pies nos guían hasta joder todos los esquemas perfectamente estructurados en nuestra cabeza. No cambio por nada del mundo- ni ego, ni dinero, ni la verdad absoluta si existiera.- la sensación de vestirme ante el espejo, atar las cordoneras contra el tiempo, sentir los nervios previos. No podría nada reemplazar este miedo,este vértigo y este placer que experimento cuando echo a correr y dejo atrás la puerta de mi casa, mis obligaciones, mis letras, mis ratos de mierda frente a esta pantalla. Es como volar, sentirse inmenso, sudando todas las pupilas de los que no importan. Se acalla el mundo y por desgracia los fantasmas que conservo se manifiestan al ritmo de rap, o de rock, o de un piano apagándose. Y eres tú, tan tú que la primera vez que te enfrentas al trote aterra. La máquina en constante movimiento, perfecta, corriendo sin dirección fija, mostrándote en lo más profundo lo imperfecto que eres.
Cuando corres: observas, y entiendes la soledad en otra de sus vertientes. El corredor siempre está sólo, pero cuando afronta su soledad disfruta más de la compañía de los que lo rodean, y de su propia compañía. Yo libero endorfinas cuando hago un sprint en el carril de detrás de mi casa, o cuando veo a un perfecto desconocido que corre a mi lado y me sonríe. Soy feliz a muchas horas del día - no podría tampoco quejarme de la rutinaria hora de la comida- pero cuando corro, oh, dios, cuando corro no tengo que esconderme de nada, no tengo que gritar para que me oigan, ni hablar para que me entiendan. No necesito esa comunicación, ni tampoco necesito todo lo demás. Cuando corro me basta con la belleza del mundo.

 La mejor meta, la impagable es aquella en la que toco de nuevo el metal de mi puerta y todos mis músculos regresan a su sitio. Pienso en la ducha, en la satisfacción de una nueva victoria, aunque el único enemigo sea yo misma, y me siento pletórica. Ya ves, menuda mierda de rutina ¿no? A veces hasta yo me pregunto, ¿cómo podré poner tanta pasión a algo que mucha gente considera insípido y monótono? Pues yo que se, joder, pero me hace sentir bien, me hace respirar y entender-me, me hace entender-te y abrazarme a esta existencia como lo más extraordinario que probablemente pueda llegar a conocer. Si, ya ves, una cosa tan simple como correr.


Akata.

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