domingo, 24 de marzo de 2013

P. Siempre iba de azul



"En un océano negro
el azul de tu silencio."




El bar bajó la luz y la guitarra silenció el oxígeno. Muerdo sonaba en el angosto crujir de madera. Mis ojos rozando el frío murciano de la segunda semana de Marzo. El chico hablaba del amor a una ciudad, de la raíz. Yo observaba mis raices tras el cristal y la música. Entonces me acordé de ti. No se porqué, debieron ser aquellos ojos redondos de avispa, aquella sonrisa inocente que siempre escondía algo más. Debió ser la palabra revolución en todos los acordes. Que sé yo. Ya poco se y menos se si más recuerdo. Pero me acordé de ti y pensé, que aquel cantante y tú debíais tener cierto parentesco, porque los dos traías la utopía a mi humilde y devastado huerto. Pensé en mis dieciocho, en ese septiembre, en ese octubre, en esos días fantásticos de cine y libros, de ilusión efímera, de sexo nimio. Me acordé de nuestra incursión al monte, de todas las palabras que dijimos. Del BUM universitario en que colgaste y yo besé otros labios queriendo los tuyos. La adolescencia es una pastilla efervescente. Recuerdo que el tiempo pasó y tu desandaste, con de vez en cuando algún que otro paso cruzado hasta mi orilla.

Los emails, las sonrisas, el azul del tiempo. Y de nuevo tu playa que ahora desvirtúo con otros gestos. Fuiste el primero al que recé Superskunk, y ese beso de luz de luna en un acantilado. Repetías constantemente: tenemos algo, ¡tenemos algo! Y una flor podrida escarmenaba en mi centro. Ya eran veinte primaveras o viente octubres, dos sin tu Gioconda. Amaba a otro hombre y tu al oído me arrancabas la noche y me lamías los meses para sacarlos a flote.

Segundas partes nunca fueron buenas. En este café con Cuba ardiendo entiendo todo. Menos mal que malfollamos aquel día. El Sur nunca más será para nosotros.
Aprecié ese antro y no por tu compañía, más fuiste tu quien me mostró los astros oscuros de un burdel de Vodka y Gin. Nunca te quise después. Por eso te arañé las costras, para que no volvieras a intentar quitártelas más evocando mi nombre.

Muerdo desgarró un acorde y fue entonces: Te olvidé. Y sólo en otros amigos, en otros veranos me encuentro tus ojos. O en este extraño Marzo donde hay falsos fosos planto árboles frondosos para que te marches. Y sin embargo, mi infancia aun toma cuerpo en mi cuerpo gastado, y vuelvo al tejado donde te escribí mil poemas, mil fallos. Donde supe que siempre vestirías de azul.







Escribiendo un blues con efecto retardado.







Akata.

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