viernes, 9 de mayo de 2014

Hay felicidad en mi tristeza

Te mojaré como la hierba, porque tu eres invierno, amor, y el frío quema tanto como un labio. Te pido que en la calle no te dobles, que me des la mano fuerte y cortes la sangre, porque mi corazón está loco por la herida, y no sé ya si podría sobrevivir a otro sol desmedido en esta parte. Te diré que no pensé nunca en decirte que vinieras, que nunca pensé que yo me iría a ese lugar donde estás cuando te marchas, y bebo negra la cerveza para celebrarme el daño. 



A veces, te pido húmedo y vibrante, porque sabes que en tus ojos la soledad del árbol ya no crece en hojas; está pelado y sólo; y jodido y triste, te babea el nombre con mis letras. Así es, por aquello es que te quiero descalzo, para que el hielo te cubra como me cubre tu ausencia. Siempre sentiré nostalgia de todos los lugares en que las cejas mezclaron horizonte y sueños. Te mojaré, mi amor, como hizo conmigo la lluvia desastrosa, y entonces, tendrás que regresarme la impaciencia, la certeza de que algún día existirás, para que pueda escribirte estas palabras.


Akata.

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