martes, 6 de octubre de 2015

Me hubiera gustado que alguien me lo escribiera...





TIRANA LIBERTAD





Cuando yo dije: << Se libre>>, quería decir exáctamente: <<Se libre, piensa como siempre. Camina con esa liviana sencillez con que solías caminar cuando me conociste. Haz tus planes. Ve sola a conquistar el mundo. Ámate como deseas amarte, con ese miedo innato a estar equivocada. 
Cuando dije entonces "Se libre", yo no decía: << Busca a otro, arranca el beso de las bocas que te apremian. Cuando yo dije:<< Se libre>>, estaba entregando un trozo de mi alma a descubrirte, sabiendo que el daño seria certero e implacable. 

Yo tenía en mente ese momento en que tú me mirabas y cogías las maletas.- qué puta podías llegar a ser.- Y aun así, continuaba pensando: << Pero es ella. Así: terca, llena de pánico y vida, torcida y sin futuro. Ella. Con los árboles castrados dando vueltas en su lomo. Con el viento de las calles sucias de las grandes ciudades 
queriendo entrar por su nariz. Ella. Así: tranquila por fuera, aleteo de pájaros nocturnos dentro del pecho. Ella, tan cruel y dulce como una jeringuilla blanca con licor para soñar. >>

No puedo decir que no doliera, que la herida no se abra fuerte entre los domingos y recuerdos, sin embargo, se que mereció la pena. 
Porque cuando yo dije: <<Se libre>>, jamás te estaba dando permiso. Jamás. 
Cuando yo dije las palabras mágicas, solo quise decir "Te quiero, a mi manera, de la forma en que creo en las personas. De la única forma en que el hombre debería amar." 
Aún te bebo con los brazos abiertos y las palabras llenas de preguntas; dolores de cabeza, naturaleza insaciable...
 
Yo no era de esos capullos que te presentan sus honorarios y luego, al tercer mes, te ponen una esposa invisible entre el pecho y las manos para doblarte como un caballo herido a orillas del mar. 

Porque yo no dije: <<Se libre>> -con la intención de seguir la tradición ansiada- <<libre, pero mía>>. 
Yo te quería como se quiere a un libro, o al día o a la mismísima existencia. Por eso no entendí que esa mañana, te cortases las alas y decidieras saltar.  Estabas fría, semimuerta, apunto de abandonar las habitaciones donde habíamos rezado a Montero del revés. 

Porque cuando yo dije: <<Se libre>>

Nunca, 

bajo ningún concepto, 

imaginé que

tú 

no querrías volar.






D. Forte

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