sábado, 12 de julio de 2014

Pain is an Illusion

Toda ilusión es pasajera, ¿Pero cómo no serlo si en el auge de la misma ya se ha desvanecido? Tan efímera como un beso no correspondido, y tan cortante como un cuchillo de la calle. La ilusión sólo sirve para un golpe. Luego vuelve a ti. Luego vuelves a ti y lo peor es que ahí sigues, tan vivo como siempre, tan muerto como siempre, tan tú, tan igual. La ilusión no ha modificado un ápice de ti mismo. Simplemente eres lo que ya eras pero más cansado, con más músculo en el tedio y la tristeza. La ilusión ahorca por que asfixia siempre, hasta que sale corriendo y ahí te deja. Y ahí te quedas. Siempre. ¿De qué sirve la expectación, la expectativa? ¿Para qué? 




Niégate un mundo, háblame un segundo, dime que aún hay algo. Y luego, simplemente, márchate; tenemos cosas que hacer yo y la ausencia.




Akata.


sábado, 28 de junio de 2014

Antesalas de todo



"Yo que apuré el asfalto, todo el viento del mundo reteniéndome. De qué sirve el amor, qué extraña esencia nutre su llegada, para que se convierta en una espera, en una melodía. [...]
Qué luz viene de ti que me enceguece. No puedo darte la felicidad sino su anverso. Voy a decir amor trazo de sombra y no te marches. 







El miedo es un planeta absurdo y cierto."


 Fragmentos de una poesía de Odette Alonso.




https://www.youtube.com/watch?v=Rx-L8hxrJlg

domingo, 22 de junio de 2014

De las formas de describir un qué


·No como algo enfermizo y loco. No estoy pensando en ti como en las cosas pasajeras, con la urgencia que apremia sólo lo deseado. Te estoy encontrando en las páginas de los libros que se me ha olvidado mojar en la piscina. Lento, relamido, sonriendo. Así apareces ahora, así me guío por los entramados de tu recuerdo. Ya no busco saciar el vacío de mi hambre acompañada, no voy corriendo a ti como al perder un autobús. Te encuentro en mi cabeza sentado, pensativo, como si hoy fuese Dublín y el Stephen Green tuviese un sol amarillo hecho de la calidez de un paseo de Roquentin. Así me doy cuenta de que no eres la comida loca de las seis de la mañana de un día de borrachera. -No algo liviano y transparente.- Eres el sueño reparador de después, y su dulce y a la par extraño embotamiento mental por la resaca.




Akata.

jueves, 19 de junio de 2014

Revivir no se repite

Dos poemas de E. E. Cummings sublimes, y  uno mío para no perder el ritmo.


95P: 19

In (abeja) mó

vi
l(en) es
tás (l
a) tú (s
ola)

dor (rosa) mida.

E. E Cummings




ahora (amor) todos los dedos de este árbol tienen
manos, y todas las manos tienen gente; y
cada persona está (mi amor) más viva
de lo que podrían entender todos los mundos

y ahora eres y soy ahora y somos
un misterio que nunca más volverá a suceder,
un milagro que nunca antes había sucedido—
y este brillante ahora debe volverse entonces

nuestro entonces será alguna oscuridad en la que no
tengan manos los dedos; y no te tenga
yo a ti: y todos los árboles sean (cualquiera más
sin hojas que cada uno) su parasiempre nieve
silenciosa

—pero nunca tengas miedo (mía, hermosa,
en flor) porque el entonces es también un hasta


E.E. Cummings



TOSTADAS FRÍAS 

Porque nunca me invitas a un baile,
y yo en lo oscuro del cuarto 
creo espirales con los dedos
para fingir que, 
llegado el momento,
seré 
el cisne negro 
                        que prometí que besarías.

Porque nunca cocinas en mis ojos 
los huevos del desayuno
con su rica línea de caricias, con su lengua suave
sobre el hombro;
y yo, en las sartenes 
dibujo venas turbias con el aceite de mis lágrimas 
para tus huesos fuertes,
para que
               cuando decidas que el hambre te persigue,
puedas abarcar 
también 

mis soledades.

Porque nunca - ¿O sí, la lluvia?- caminamos en la noche
cuando las flores blancas se despiertan
y el olor a verano 
moja el lomo 
de todas nuestras palabras 
con vísperas calientes. 
Y yo,
que camino kilómetros, 
ríos, 
ando rocas enormes de locura

sola

para encontrar el modo
de llegar hasta el camino
para quedarme-donde sea que tu mano-
como un aguijón 
                           tome la mía;

Bailo 
en la risa 
y como huevos 
en el suelo de la mesa
y lluevo junto a ti 
los versos que crean

los silencios. 


Y así, ocurren 
al fin 

las cosas que nunca sucedieron.


Akata


domingo, 1 de junio de 2014

She´s wrong, she is not



-EN EL HONORABLE TIEMPO HACIA EL VACÍO-


Esta es la conversación de dos personas que se encuentran en un día de lluvia en un lugar donde no suele llover nunca. Esta es la conversación sobre el invierno en una ciudad donde siempre hay sol, y es un sol vil y detestable. Ella mira las gotas de lluvia como si las gotas de lluvia no fueran más que una prolongación de su tristeza y hubieran decidido caer de otro lugar hasta sus ojos. A ella la lluvia no le sorprende en absoluto. Toma con sus manos el abrigo marrón y envuelve el cuello en el cuello del abrigo. Un segundo después vuelve su cara hacia el extraño que la mira. Está esperando las palabras.

Él, por su parte, siente frío, un frío horrible que le está arañando los dedos de los pies entre los calcetines. Ha salido con ropa de verano porque en esa ciudad siempre el calor es enfermizo y constante. Y ahora tiene las pantorrillas mojadas y un barco hundido en los zapatos. Tiembla, y ya no sabe si es el frío real del día gris de verano, o que ella le mira como si no le conociera, como si estuviese esperando esas palabras. Él tiene que hablar, el desea hablar, pero se calla, simplemente espera. Se abandona a la lluvia y la humedad de toda su piel congelada. La conversación no llega aún, aún no llega.

Un hombre pasa junto a ellos sosteniendo un vaso de whisky que habrá robado de algún bar poco caro, y sin importarle lo más mínimo, se queda entre ellos dos, mirando como un idiota sin ver nada. Las enjutas piernecitas del señor se van tambaleando por el efecto de la droga. Ella le echa un largo vistazo y sonríe. Ha visto algo que él no ha visto. Es el momento. Ahora. Ahora. Pregunta.

-¿Qué?
  • Nada.
  • No, en serio, ¿Qué?
  • Está borracho.
  • ¿Ya no recuerdas lo que era ponerse borracho?.-  Él masca cada palabra dulcemente.
  • Recuerdo lo que era verte borracho. - Afirma ella y el enrojece.
  • Vaya. Comparaciones con viejos acabados.
  • El borracho siempre parece un ser acabado. Se ríe mucho, se mueve mucho, tiembla demasiado, y habla aún más. Siempre parece que fuese a caer por un abismo irremediable y lo supiese, y estuviese constantemente lidiando con la muerte en ese acantilado y las pocas ganas de vivir que le quedasen para poder beber un poco más.
  • El borracho sólo es alguien que se aburre.
  • Tú te aburrías mucho conmigo, entonces.
  • No. Yo me aburría cuando tu no estabas.
  • Por eso siempre abrías la puerta y tiritabas hasta la cocina, ¿no?
  • Hasta que te veía de nuevo. Siempre en la cocina, a las tantas de la madrugada.

Ella fue a interrumpirle, pero el habló.

  • Tomando tostadas a las tantas de la madrugada. Tostadas negras que sabían a mal cáncer. Y un vaso de zumo.
  • Y un vaso de zumo con miel.
  • Eso. Con miel. Y yo llegaba de emborracharme con los chicos, y todo el cuerpo me convulsionaba y la barriga se me metía hacia dentro como un globo desinflándose hasta que te veía ahí. Con la luz del extractor de humo marcándote los rasgos de la cara.
  • Era extraño.
  • Era hermoso. Ese es mi recuerdo preferido de ti. Llegar borracho y olvidar que lo estaba en cuanto te veía. Estar borracho es estar aburrido. Por eso yo veía tu rostro y recobraba la compostura. Sabía que la fiesta empezaba en la extensión de tus dedos agarrando el plato hasta tu hombro desnudo. Eso me paralizaba.
  • Ya no tengo cocina.- Dijo ella seca y decidida.
  • Yo tampoco tengo piso al que entrar de madrugada.- Carraspeó él.- ¿Y dónde comes ahora?
  • En los bares, en los centros comerciales. En las confiterías.
  • ¿Por qué? ¿Ya no vives con Marga?
  • Vivo con Marga. Vivimos en el piso de su tía. El que nunca arreglamos. Pero es lo mismo que estar sola. Así que salgo a comer fuera de casa y así olvido que mi vida es como las otras. Finjo que tengo algo por lo que salir, y espero.
  • ¿Ha dado resultado alguna vez?
  • Hoy es la primera.
  • ¿Por qué?.- él ya sabía la respuesta.
  • Porque has llegado tú. Y es la primera vez que llega alguien, o algo.
  • ¿Y ahora?
  • Ahora dejaré de comer en los bares, en los centros comerciales. En las confiterías...

él sonrió aliviado.

  • ¿Eso es que me perdonas?
  • Eso es que se cerró el círculo y ya no hay nada que perdonar. Ya no importará volver a casa y que no aparezcas borrachísimo tras la puerta. O que grites en las mañanas o que despiertes con ganas de tener sexo. Te he visto. Llovía. Hemos tenido esta conversación absurda que nos merecíamos, aun habiendo hablado de cosas banales. Ya puedo dejar de esperar.
  • ¿Y si ahora soy yo el que está esperando algo?.- La lluvia arreció y las gotas sucias les borraron las caras.
  • Bueno, ese ya no es mi problema.


Esta es la conversación de dos personas que se olvidan en un día de lluvia en un lugar donde no llovía nunca. Esta es la conversación sobre como las mariposas cambian los colores bajo el agua y se perdonan. Y de cómo los tigres también pueden llorar sin arrugarse. Esta es la historia de un final o de un principio para dos extraños que se quisieron demasiado mal y demasiado. La historia de todos los desconocidos que alguna vez se conocieron.  




Akata.

sábado, 24 de mayo de 2014

Voy a volverlo a hacer















¿Y sabes? Me he vuelto mil veces contra mi, y esta es una de ellas.
Lo sé perfectamente, reconozco una crisis cuando la veo.
 Y ahora mismo sólo deseo comer y beber para hacerme sentir como una mierda.
Porque estoy pidiendo amor a gritos, joder. Se que estoy sufriendo 
la puta ansiedad porque deseo con prisa que alguien me quiera
para olvidar que yo puedo hacérmelo mejor, que yo puedo ser la
dueña de todas mis putas causas. Y, ahora, me cuesta volver atrás,
decir que no, rezar un rato con los ojos cerrados -a ver si por fin creyese en Dios-
y, por supuesto, me cuesta abrir los putos párpados y no ir
corriendo a por una botella de Whisky para prenderme fuego y despertar
besando a otro tío con sabor a ceniza y coño de rubia.


Akata.

viernes, 9 de mayo de 2014

Hay felicidad en mi tristeza

Te mojaré como la hierba, porque tu eres invierno, amor, y el frío quema tanto como un labio. Te pido que en la calle no te dobles, que me des la mano fuerte y cortes la sangre, porque mi corazón está loco por la herida, y no sé ya si podría sobrevivir a otro sol desmedido en esta parte. Te diré que no pensé nunca en decirte que vinieras, que nunca pensé que yo me iría a ese lugar donde estás cuando te marchas, y bebo negra la cerveza para celebrarme el daño. 



A veces, te pido húmedo y vibrante, porque sabes que en tus ojos la soledad del árbol ya no crece en hojas; está pelado y sólo; y jodido y triste, te babea el nombre con mis letras. Así es, por aquello es que te quiero descalzo, para que el hielo te cubra como me cubre tu ausencia. Siempre sentiré nostalgia de todos los lugares en que las cejas mezclaron horizonte y sueños. Te mojaré, mi amor, como hizo conmigo la lluvia desastrosa, y entonces, tendrás que regresarme la impaciencia, la certeza de que algún día existirás, para que pueda escribirte estas palabras.


Akata.