sábado, 18 de febrero de 2012

Árboles


[...]Le digo a mi hermano:

-Túmbate, cierra los ojos, escucha.

Permanecemos en silencio durante diez minutos. No sopla el viento, y el frío nos está calando hasta los huesos. Los rayos anarajandos se filtran entre las hojas, mi hermano se desespera.

¿Porqué me has traído aquí?¿ que esperas que suceda?
Un poco más.- insisto sonriendo.

Pero pasan los minutos y nada ocurre. Ahora soy yo el que empieza a impacientarse.

-Llevame a casa Adam.
-No.
-Tengo frío, tengo miedo y estoy cansado. Llévame a casa, por favor.

Me niego a rendirme, ¡tiene que oírlo! Tiene...

-Espera, ¿oyes eso?

Sonrío.

-¿Qué pasa?
-¿No lo oyes? Son como voces. Dicen algo, dicen algo una y otra vez pero no entiendo.
-Cierra los ojos.

Silencio.

-Susurran tu nombre.
-Son los árboles.
-Ahora comprendo. - Adam me toca los dedos, un roce casi imperceptible.
-Vamos a casa.- le digo.



Estoy tranquilo, miro el reloj, espero el ocaso.

Llega el ocaso, mi hermano menor deja de respirar. La casa,entonces, se vuelve oscura, pero yo lo veo todo.

Mis padres quieren convertirle en cenizas, pero me niego y cavo un hueco en lo profundo del bosque. Termino el hoyo de madrugada, y el nuevo amanecer viene cargado de ráfagas y sueño. Depósito a mi hermano y lo sepulto con cuidado, diciéndole lo poco que falta para que volvamos a vernos. Encierro la semilla.

Pasan los años. Yo ya he vuelto a vivir en la ciudad, aunque la odio, no puedo pensar con claridad con tantos problemas idiotas en el aire. Todo ese mar de cabezas asfixiadas diciendome: “¡Ayuda!¡Necesito la calma! ¡Estoy sólo! ¡Ayudame!” Me hacen sentirme profundamente apenado y jodido. -No hay mayor soledad que la de las grandes ciudades- me repito a mi mismo. Las miradas perdidas me aislan, me hacen sentirme extraño y desorientado. Me agobia la distancia que siento entre el resto del mundo y mi propio yo,que flota en otra latitud bastante aislada de toda esa realidad a la que llaman vida.

He creado una familia: Mariana y Sofí, la perrita de mi mujer. No estoy loco, y ya no temo la presencia de cierta pérdida de contacto con la realidad que me rodea, de hecho la busco, la deseo más bien.

Los lunes por la noche me despierto empapado en sudor, y desaparezco durante las tres primeras horas del día. Conduzco rápido y abstraído. En el reproductor suena siempre Damien Rice o Chopin. Llego a una casa en medio de la nada, donde se que nada queda en su interior, y camino hundiendo los pies en el barro fresco del amanecer. El bosque me saluda y empiezo a relajarme.
Ya no me siento tan sólo. Respiro.

Estoy sentado en el mismo claro de hace casi veinte años, la hierba ha desaparecido y ahora la maleza verde y las madreselvas acarician con fuerza el tronco de los árboles. Ellos siguen allí, conversando por toda la eternidad, pero ahora hay una voz nueva, una que escucho con mayor claridad que las demás. Es él, en el centro del claro, un abedul ha crecido fuerte: es mi hermano.
Todos los lunes mantenemos largas charlas hasta que el sol se apodera de la mañana y yo regreso al trabajo. No puedo evitar sentirme vacío cada vez que me montó en el asiento del conductor y acciono el motor, pero entiendo la vida y entiendo la muerte. Hace mucho que entendí que la existencia es la simbiosis de todo lo desconocido con todo lo que creemos conocer. La insatisfacción del hombre que no puede rotar en círculos, condenado a buscar siempre el final de un camino sin fin. Aterrorizado, pasmado, ridículo, machacado, incomprendido, hueco, sentado en una silla de metal frío esperando un milagro.

Giro la llave y el motor chirría. Siento una profunda pena, como si me estuvieran cortando los tendones del brazo uno a uno con unas tijeras oxidadas. Debería poner rumbo a la carretera que me lleva a la ciudad, al trabajo, pero hoy no, ya no. Y giró el volante hacia el bosque.

Suena I remember en el reproductor, minuto 2:41, lo conozco bien. Piso el acelerador, el embrague, espero mi turno, oigo sus voces. ¿Estoy loco? Ojalá sea esta la señal inequívoca de que lo estoy. El marcador sube a los cien kilómetros. No veo nada, no siento nada. Se que estoy cerca, sólo puedo oír las voces y a mi hermano al otro lado del bosque, esperándome.

Han encontrado mi coche, estaba hecho pedazos en el bosque junto a mi cadaver. Los árboles estaban salpicados de mi sangre. Una recreación perfecta de la cotidiana mediocridad del ser humano. La policía y la guardia civil dicen que estaba desequilibrado, que era un enfermo mental y hablan de suicidio. ¿ Qué sabrán ellos de la vida? Me dan lástima. Mariana está llorando, es lo único que voy a echar de menos de toda esta ficción mal medida. La policía la acribilla a Mariana apreguntas absurdas. Ella siente que le están tomando el pelo.

-¿Consumía drogas?¿ Era depresivo?¿ alguna vez le pegó?

Pero yo la estoy escuchando. Ella grita:

-¿De verdad es necesario? ¿todo esto tiene sentido? El sólo quería dejar de sentirse sólo. No estaba loco.

-Señora, acompañenos.- dice uno de los policías más veteranos a sus compañeros-creo que está teniendo un ataque de ansiedad.

Mariana no se resiste, está cansada y seca. Sólo echa un último vistazo atrás, al coche en el que desmembrado permanezco atento a cada uno de sus movimientos. Se que ella puede oírme. Lo se porque sonríe y dice en voz alta, para que pueda oírla:

-Hasta el lunes.

Los policías aprietan más fuerte sus brazos por temor a que salga corriendo hacia el bosque descontrolada, pero Mariana ni se inmuta, sólo puede observar el viento suave que se filtra entre los árboles y cómo, poco a poco, el sol cae tras las hojas naranjas y los troncos grises.




Akata.

3 comentarios:

  1. Qué... impactante.

    Me gusta mucho el nivel que han ido cogiendo tus narraciones.

    Un Susurro en la distancia.

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  2. Gracias Gor!yo veo que tu hace mucho que no actualizas el blog. Ya te pasaré la historia entera por msn o algo, y a ver si hablamos, que hace tela qe no se de ti! Besos

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  3. Hala.. yo esto no lo había leído.. a saber si me has respondido en algunos otros comentarios y yo ni pisparme xD

    últimamente he tenido un desbarajuste emocional y.. ya le he vuelto a dar caña al blog xDD Pero nada en plan historia, todo en plan desahogo.

    Un abrazo! (También tengo ganas de ponerme al día contigo)

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