domingo, 16 de diciembre de 2012

Volver a volver a volver

En las noches de espanto Eva salía a la terraza y se fumaba un pitillo. Se dejaba consumir por la ceniza poco a poco mientras la catedral de la ciudad a lo lejos le advertía de una nueva noche casi cerrada. 
Exhaló el humo de su cigarro y consiguió dibujar con él una espiral nítida. Se acordó de Galicia, y de los ciclos y los celtas. Se acordó de que esa misma noche había estado follando con un desconocido, con un tipo que había conocido de vuelta a casa al lado de un contenedor. Se sintió sucia y se sintió vacía. Y luego se esnifó otra calada directa a los pulmones y volvió a morderse el labio: " Esta será la última vez que me hago daño. Esta será la última vez que vendo amor inflado de tres días." 

La noche dejó entonces que unas estrellas se mezclasen con la saliva de su lengua y nicotina. Sonrió. 
Apuró el cigarro y estiró los brazos en el aire. Unas manos gruesas y rojas le apresaron con fuerza la cintura. 
El hombre extraño del contenedor le besaba grasientamente el cuello y le metía mano por dentro del pantalón. 

Eva gemía. Eva lloraba sin lágrimas. Eva se corría en la noche con un desconocido. Eva fumaba un pitillo sin luna; y volvía a vomitar.


Akata

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