domingo, 22 de abril de 2012

Para ella sólo había sitio en la alfombra


Ana abrió la ventana y el mundo se estampó en su cara. El viento y todas las palabras se le agolparon en el pelo, muy cerca de la sien, y empezarón a convertirse en entretelas y tapices de fuel plomizo. Estaba escuchando por primera vez las olas del mar, estaba, no sólo oliendo la sal, sino escuchando la sal mecerse en cada una de las ráfagas de aire que sacudían los cristales. Estaba acariciando el máximo placer de sensaciones cuando Max extendió los dedos con el cigarro a punto de apagarse.

-¿Todo bien?

-Si.- Ana tardó en contestar.

-Tienes que irte ya. No quiero que estés por aquí cuando haya anochecido.

Ana aspiró el humo del cigarro y se tocó los pezones, aún estaban hinchados y húmedos.

-Está bien esto. - dijo ella sonriendo como si acabasen de rajarle las comisuras. -¿A que te refieres?

-A esto, a que seas claro, ya sabes. La gente de hoy en día da muchos rodeos cuando tiene que pedir algo. Tú lo pides y punto, y si te lo dan lo saboreas como si siempre hubiese sido tuyo, como si hubiera estado ahí esperando para ti, pero sino, sino te la suda. Te fumas un cigarro y te vas por donde has venido. Eso me gusta.
Bueno, creo que es mejor disfrutar lo que te brindran que pasarte la vida como un perro corriendo detrás de los coches.- Max se puso a su lado y se llevó la mano al estómago en señal de hambre. El sol cucaba sus enormes ojos negros.

-Lo único malo de todo esto es que cuando yo me vaya no volverás a verme. ¿Eso también lo sabes no?.- dijo Ella sin apartar la vista de las olas.

-Contaba con ello.-Max le enseñó los dientes.- Fue una bonita noche.

-Pero yo se que vas a llamarme, es cuestión de tiempo.- Ana dejó qe la ceniza le cayese por el pelo.-  A lo mejor tardas un poco más que el resto, unos meses, quizá un año; pero un día, te despertarás y te sentarás en un bar de mierda desayunando café y te acordarás de mi cara, y de mis tetas, y de como me reía cuando ibamos corriendo con los litros en la mano calle abajo hasta la playa, y de como lo hicimos en esa cama mientras te sangraba la espalda.
Te acordarás, y luego, cuando pasen unas horas llamarás esperando repetirlo. Pero seré yo quien no lo coja esa vez, seguramente ni  siquiera reconozca tu móvil.

-¿ Y por que coño iba yo a hacer esa gilipollez?

-Porque ahora no lo sabes, pero probablemente este sea el mejor día que hayas pasado en tu vida.

-Permíteme que lo dude.

-Dímelo dentro de un año.- Ana le guiñó un ojo, cogió el vestido blanco, se lo puso y sin decir nada le mordió el labio una vez más.- Cuidate.

<< Está flipada, no sabe ni quién soy. >> .- pensó Max mientras la miraba irse por las escaleras.

El viento seguía soplando, y el mar, gemía a lo lejos casi con más fuerza que en la madrugada. La sal se agarró a todos los poros de su cuerpo desnudo, y el silencio se adueño de la habitación que antes gritaba. Sólo una cosa le hizo darse cuenta de que estaba jodido, un acto reflejo que le hizo saber que ella tenía razón.

Cuando únicamente habían pasado unos minutos, Max se acercó a la ventana y la buscó.  Buscó a Ana y la espalda de Ana, la sonrisa de hija de puta de Ana, busco el culo de Ana y sus caderas, buscó el contoneo de sus caderas calle abajo, y también buscó la transparencia del vestido blanco. La buscó, y uno no busca aquello que no desea volver a encontrar. Se apoyó en el marco con los brazos desnudos y allí se quedó, viéndola largarse calle abajo mientras se le ponía dura la polla y la mente.

 << ¿Estoy jodido?>>.- Pensó Max.- Pues no es para tanto.- dijo él en voz alta mientras sonreía y acariciaba el móvil con la mano izquierda.- no es para tanto.


Akata.

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