domingo, 8 de abril de 2012

A esto se le llama retroceso


Me llamaste y me dijiste tan bajito que me necesitabas que no escuché bien tu susurro, y yo que pensaba que ibas ciego hasta las trancas. Pero no, realmente todo este tiempo había sido un engaño. Yo, que creía que me hacías falta y que tú tenías la capacidad de desprenderte de todo lo vivido. Y resulta que, nada más lejos de la realidad.

El teléfono dejó de sonar un martes de 2009, y volvió a sonar un sábado de madrugada. La fecha exacta se me olvidó, pero si que recuerdo que los dos íbamos borrachos. Ese fue el día en que la rueda volvió a ponerse en marcha, en que el reloj de arena giró 180º movido por los hilos del: "lo dejé para más tarde". Fue en esa llamada, en esa saliva que quedó después del silencio pegada al auricular, cuando realmente me di cuenta de que nos habíamos jodido de por vida. ¿Ninguno de los dos iba a poder avanzar? ¿Tan patética era nuestra existencia entonces?

Habíamos caminado mucho, y también habíamos cambiado mucho; lo se por que la última vez que nos habíamos cruzado tu ya no llevabas gafas, y yo había cambiado el negro de mi pelo por un naranja chillón. Y pese a todo, pese a que nunca más volveríamos a ser los dos niños idiotas que jugaban a quedarse atrapados entre andamios y ruinas, ninguno de los dos había logrado empezar de cero.

Siempre dedicando un segundo al día a la sonrisa del otro. ¡Que curioso!, con la de chicas con las que habrás estado después de haberme conocido, la de desengaños, desilusiones, pérdidas y amistades rotas que habrás sufrido para llegar a donde estás y, sin embargo, aún me esperas-bas. Tiene gracia, con la de veces que yo habré llorado por otros ojos, habré escrito a otros cuerpos y habré caminado sin mirar atrás, para volver a ti aquella madrugada sin fecha.


Después de tu llamada difusa busqué tu número en la agenda y esperé. Una voz al otro lado hizo que mi estómago se encogiera hasta subirse a la traquea.

-¿ Si?
- Oye, ¿me has llamado tú?
- Si,he salido, ¿dónde estás?

Podía haber mentido, podía haber dicho que llevaba en la cama desde las diez de la noche y que me había despertado. También podía haberle replicado y haberme puesto como una fiera por haberme llamado sin sentido tras casi dos años sin hablar. Podía haber colgado un segundo después de su respuesta... Pero no, decidí que ese sería el momento en que la cicatriz volviese a quebrarse y a sangrar, decidí que las cosas iban demasiado bien como para mantener un equilibrio: Quería destruir algo hermoso.

- Te espero en el banco donde nos conocimos, no tardes.



·Uno siempre está dispuesto a regresar sin importar las consecuencias, por que al desconocer lo que a continuación pueda suceder, todo lo presente queda relegado a un segundo plano. Pues eso, es una gran cagada, y se llama retroceso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario