jueves, 9 de mayo de 2013

Pensamientos paseados VIII

Tuve tiempo hasta ser consciente de que sin mi, el resto de órganos eran ya un poco huérfanos.

No me consta que haya otra vida después de esta, y si la hubiera¿Qué importa/ría? El tiempo únicamente debería emplearse en cuestiones que pudieran darnos alguna certeza. ¿Mi vida sería más completa teniendo la certeza de otra vida? ¿Realmente, poder revivir me haría más consecuente, más valiente o  más activa? El miedo seguiría siendo una muesca en las líneas de mi mano. El miedo es ADN. Poder observar un mapa a medias que me mostrase la posibilidad de otra existencia no me haría más humana, o mucho más diferente de la clase de persona que soy en este instante. De hecho, apuesto a que, si todos tuviésemos otra vida, derrocharíamos la primera como una prolongada muerte hasta el siguiente alumbramiento. Viviríamos la primera existencia como vivimos la única. Malgastaríamos, nos drogaríamos, sobreviviríamos al dolor haciéndolo un abrigo para nuestros hombros...¿Hay alguna diferencia con este esbozo al que llamamos realidad? Sabernos contenedores de ochenta años más, nos dejaría exactamente igual a como estamos. ¿Cambiaría la percepción que nosotros mismos ocultamos de la muerte? 

Preguntarse todas estas cosas sirven sólo para mostrarse a uno mismo la desnudez cruda de la naturaleza humana. ¿Creación o tradición? ¿Costumbre o instinto? A mi la muerte no me hace más consciente de la vida, sólo me obliga a no desperdiciarla. Le debo eso a mi existencia. 

La ignorancia de otro mundo paralelo no me absorbe, únicamente me señala que no hay cortes para ningún patrón. Siempre es la primera vez.




Akata.




No hay comentarios:

Publicar un comentario