martes, 8 de octubre de 2013



QUE AYER


- Es curioso. Ahora que lo pienso y aunque suene arrogante, si yo no hubiese aparecido en tu vida, sino hubiese irrumpido por casualidad, tú podrías haber continuado como si nada con tu agradable existencia. Irías al cine y pagarías los 7.30 que exige avergonzada la chica de la taquilla. Fumarías esos mismos cigarrillos tan finos de los que suelo reírme y te molesta. Saldrías de madrugada a ahogarte un rato en la noche. Hablarías con los extraños. Te olvidarías del olvido... Comprarías en cualquier chino un litro de la cerveza más fría y lo compartirías en un parque cualquiera con tus grandes amigos mientras sientes que el mundo te rechaza. Procrastinarías -seguro- hasta las mil. Escribirías luego. Procrastinarias más -hasta las mil- e irías a verla a ella. Irías a verla a ella. Irías a verla a ella...Como si nada. Seguir. Como si nada...

- ¡No digas eso! No lo creo. Si tú no hubieras aparecido seguramente habría sido otro alguien u otra cosa la que me hubiese dado un buen cachetazo. O quizá no, quizá sólo pudieras ser tú. Pero dudo que hubiera continuado tal cual; como si nada. Además, ahora no puedo obviar que estás ahí...No puedo.

- No. Supongo que no. Y yo tampoco que tú estarás. Y que ella también. Y que, puestos a ser honestos, como hasta ahora, si alguien tiene que largarse del tablero siempre será el peón. Porque el Rey es imprescindible; sin él no habría partida. Y la Reina...Bueno, la puta Reina siempre consiguiría regresar.



Akata.

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