miércoles, 18 de diciembre de 2013

·Cuando no hay inspiración y sólo sale vomitera, sólo salen sensaciones. Como necesidad una horca,
como compasión un beso de algún muerto. 
La rabia ha nacido en otra parte. 
Escribir cenizas y miserias. Qué remedio...




ESCUPIR


Escupirle a Cortázar, decirle a Rimbaud que con seis años más
ni estoy muerta ni he hecho nada de provecho
con las miradas de otras personas.

En estos instantes sólo hay unos ojos
que me obsesionan,
 y esa manía
de describirlos como ópalos de carne.
Negros.
Como negros ópalos
de carne hambrienta
que van desnutriéndome en la tarde.

En estos momentos sólo tengo un mar
que no se piensa,
que  si quisiera ser prosa
me regala su ausencia en tanto frío.
Él estará conmigo cuando yo no tenga más que darme.
¿Me sostendrá, tal vez?
El mar es el pilar extraño de mi vida,
vasto e inefable,
como son tus ojos al segundo siguiente
de sentirme.

En el nudo presente, quedan aún por describir miles de historias: la velocidad
con que aprendí que tengo miedo,
la indiferencia del que pone un muro- teje sus alas de aguja,
y espera que unas manos suaves
las derramen sobre un lomo,
con su sangre
                      de amor duro y opaco.

Llorar abrumada
porque el cinismo se ha instalado más profundo
que un simple compañero.
Porque las cosas escritas, porque sobre éstas cosas
escritas donde no hay nombres superpuestos
 y ocultos de un gran beso;
y salidas del pecho por el pánico inherente
que produce el apego a la locura.

No hay nada en realidad. 

Creo que quiero escribir sobre ti,
y cuando vuelva,
ni siquiera sabré
en qué palabra podría haberte introducido,
en qué lugar de mi vida tu cabías,
ni a qué lugar exacto perteneces.

Creo que quiero escribir sobre ti
porque mañana,
no serás lo que eres
                                 ahora en mi cabeza.

Ojos y pirañas.

En el nudo presente: tragar saliva,
escupir mis labios- Cortázar está mudo.
Tragar mi lengua,
escupir mis años.
Sentir
           que todo pasa por instinto.

Ver a esas  personas tristes y groseras, casi sin luz.
No entender el concepto de lo último,
Lo ya acabado.
Explicar que mi tristeza es antigua y ovalada,
que no tiene remedio ni sentido.

Expandida ella bajo un nudo de aire
que es-con duda- la presión que le ejerzo
para no despertar nunca sin prisa.

Mi esfera arrepentida.

Vendrás el jueves, vendrás el viernes,
vendrás las noches que yo ya me haya ido.
Ni siquiera te veré,
y reirás como la luna,
y aullarás como los perros que buscan su manada.
Y, aun así, no podré verte.
Se me olvidará tu nombre.
Se me olvidará tu llanto -si alguna vez tuviste uno.- Se me olvidará el amor
por encontrarte.

Y quizá,
cuando finalmente decida darme a nadie,
quizá entonces, aparezca lo que no deseo.

A mi no me jodáis, que quien no buscó nunca encontró una mierda.
Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles: 
como un órgano negro, los pechos horadados.”
Tus ojos son igual que Los ahorcados.

A mi no me jodáis, 
que esperar
lo mismo da si es a la vida o al amor,
                                                        se está muriendo.



Akata.

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