miércoles, 25 de diciembre de 2013

Gracias por enseñarme el corazón


Y entender que en la nostalgia y en la locura, en todas las políticas extrañas de la mente, hay algo más allá que no contempla. Que todas las palabras se deshagan, que todos los besos que se dieron no sirvieran, que el amor es una daga transparente que se hundía firme sobre el pecho. Que hay mil voces y ninguna es la correcta. Que no entiendo las mentiras que me imparto, que hay más llanto entre mis manos que en su soledad. Que hay más tristeza en todas las compañías azules con las que me protejo que en su habitación oscura  y silenciosa. Sus fantasmas son más limpios que mis muertos. Te he echado de menos, corazón, que parecías no latir ni por los nervios de una pérdida. Te echaba tanto de menos, corazón. Hablar con el cerebro era tan lento…Y llevo buscando diez minutos la canción que me ponía por las tardes cuando lamía la tristeza de debernos otro mes, otras horas, otros años con olor a futuro;  pero nada. Ya no se si nos salvó la levedad o fue aquel peso. Vuelvo a casa, huelo a sexo. Vuelvo a casa, me repito que esta es la última vez que dejo que las sombras me hieran más que los versos.


Fue felicidad, así que es. Vuelvo a casa otra vez, otra vez, otra vez. Revuelvo a ti. Revuelvo a mi. Entiendo al fin, al fin me entiendo. 


Tú.

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