lunes, 2 de septiembre de 2013

Verso que no ejerce




Tienes gracia hasta la una y cuarto,
y luego me dijiste que había ojos que latían.
Se está tornando rojo este odio-tedio pesado.
Me levanté una mañana
y ya no te movías.

Sigo tu cuerpo, tu llano, tus pasos.
Sigo el escalón siguiente hasta la fría barra.
Que dicen que aún hay dientes
que sonríen al fracaso,
que aún te puedo encontrar si me convences;
como el agua
tu silencio cae a veces y me siento
lejos.

Prefería una llamada firme
a tu miedo gastado.

Y ahora qué vas a decirme
de lo que no conoces,
hay cumbres más altas
insomnio y verbo carmenamos.

Escapo y siento el vértigo
en tu hueco
me hundo
entre las sábanas,
arranco tus cimientos.

Encontré gravilla seca y por descaro
me bebí de un trago la espera en madrugada.

Setecientos cincuenta y ocho días
 a un lado de tu cama.

¿Dónde estaba el hambre?

Nunca supe las reglas,
tal vez, ¿De qué me sirven?
Primero fueron piernas, hoy es carne cruda.

Ayer vendrás a irte.

No soy el arte, me abandonó la brújula.
Tampoco busco el norte pero empiezo
a decantarme por palíndromos sin
fuste.

Ábreme la vida en canal como
en la autopsia
de tu pecho.
Si estoy blanca es porque te quedaste
la rabia y el mar
                          en un rincón fugaz
                          al borde de tus besos.

Jódete o ponte de rodillas, ¿Comprendes?
Empiezo aburrirme
y sólo son las 19:00.

Me siento en la cocina, tick tack,
tick tock,
me tomo un vaso de ausencia.

No habrá jamás peor soledad que la de
la silla enfrente.


Akata.



"Tengo la mirada del que no va a volver
el punto aquel de serte fiel hasta el día en 
que me marche."

Charly Efe.

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