La mediocridad, el vacío, las libélulas azules los días de lluvia. Las naranjas podridas, el fracaso, los sueños enfermos, la vanidad y la evidencia. Aquí yace el miedo transformado en rabia, en ira, en verso y algo más.
martes, 28 de diciembre de 2010
Ya no se cabrea por nada.
Ya no se cabrea por nada.
Era temperamental en el trabajo.
Iba a mil por hora, tomaba 10 cafés diarios.
Se peinaba alrededor de 20 veces al día.
Y siempre estaba hablando por teléfono,
eso no le impedía tener los artículos terminados
y entregados a tiempo.
Era una máquina, literalmente.
Su sueldo era una mierda, para que mentiros, pero a ella
le bastaba para el pequeño ático que tenía en la avenida 47.
Cuando le daban una mala noticia gemía y gesticulaba mucho con las manos,
como queriendo romper el aire,pero todo se diluía con una nueva bocanada de oxígeno
límpido.
Siempre estaba hablando alto y no dejaba de sonreír.
Todas las películas del mundo la hacían llorar, bueno, casi todas.
Y unos días decidía alguna estupidez y la llevaba a cabo sin consultarlo con nadie.
No tenía muchos amigos, pero si un sinfín de conocidos.
Si su novio la llamaba a las 4 de la mañana borracho ella al principio se molestaba,
pero más tarde acababa preocupada por él; por que le amaba con toda su alma.
Si en navidad su hermana Paula no podía acudir, sentía como la rabia
y la exasperación la consumían. Sin embargo sólo eran necesarias tres palabras dulces
susurradas a través del auricular.
Era como un volcán, de esas personas que tienen fuerzas para todo.
Que arrollan con todo lo que se encuentran por el camino, para bien o para mal.
Y sin embargo ahora, no llora, no se molesta por nada, no chilla y no besa con
la intensidad con que lo hacía.
¿Se estará apagando? .- me pregunto.- ¿ estará muriendo?
Ya no siente nada. Nada, nada , nada....No hay cosa peor que no sentir nada.
Ella ya ni siente no sentir.
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