miércoles, 8 de enero de 2014

La soledad o el beso

La soledad o el beso



La soledad se alarga en mi como una sombra a punto de ser exterminada por el amanecer. El vacío de la habitación fría y dormida. Las letras de un libro pronunciadas en voz alta, marcando el eco angustiante de mi voz absurda. La soledad es mi fiel amiga, mi desestimada compañera de juegos. Vemos los árboles mecerse tras el muro del silencio. El silencio no está mal cuando la soledad es amante pasajera. Aquí, no se exáctamente dónde, hay demasiado silencio... Me tomo un te, respiro, camino calle abajo. Se que los enamorados me miran como si no comprendieran que sucede. Se que los enamorados no entienden las bufandas que cubren hasta el techo, hasta la punta de la nariz. No me acostumbro a tan estática soledad, tan muerto a un lado de mi cama ella. Sudar corriendo, hablar con los demonios, evadir los tiempos, tomar una cerveza, ir al cine, esperar, esperar, esperar...La dama avariciosa se ha adherido a mis pulmones con sórdida paciencia. Respiro ausencia por todos los inviernos. La soledad asquerosa que me está consumiendo, que me obliga a preguntarme estúpidas mentiras, a desear imposibles compañeros. La soledad se está pasando de la raya, puta ermitaña de mi cuerpo. No la soporto.


Akata.

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