viernes, 10 de enero de 2014



No son los poros los que exudan la sangre de tu olvidado amor. Hay orificios más puros en mi cuerpo que nunca te han olvidado. En la proyección del sueño, como un animal fantasma, te beso dulcemente acariciando el instante justo antes de partir. La realidad es que sangro porque se que existes, aunque no sepa en qué lugar te encuentres esperando...

Akata.

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