lunes, 1 de noviembre de 2010

Que se mueran ellos, yo voy a vivir.


Yo lo conferí como una pesadilla eterna que no es capaz de simularse. Le miro a los ojos mientras contemplo en ellos la derrota de mis actos ¿que fue de mi? ¿que he sido yo? Que ya no como, ni duermo, ni respiro de una vez. Sólo me sale pensar en alientos y fugas, en ojos desgastados por las noches que no pego ojo, que no hay manera de hallar la paz ni mientras estoy bajo el agua. Ansío saber el porqué de mis acciones, porque soy uno de esos seres diminutos que únicamente tienen cerebro y lo utilizan hasta hartarse sacando conjeturas absurdas sobre los acontecimientos del devenir. ¿Acaso estaba escrita mi masacre, mi agonía perpetua? ¿Era yo el culpable de esta enfermedad que me alimenta? ¿A quién pregunto sino es a mi yo muerto, al yo que me ha abandonado?

Y pensar, y destrozarme los sesos, porque si decido entrar en el sueño mas taimado todo mi cuerpo se entumece y se hunde en los monstruos de Ondine. No quiero morir, no quiero desaparecer sin haber dado al mundo los besos que se merece. Sin haber probado el sabor de unas piernas gruesas y húmedas, sin haber relamido la pelvis de alguna muchacha virgen y borracha de deseo. No quiero ser una estrella más en un cielo plagado de luces, quiero ser el lucero en cielo raso , brillar tan hondamente que mi fuego sea capaz de horadar cualquier corazón humano. Deseo febrilmente escribir la gran novela de la existencia, contar al mundo cuantas veces vi a Nieztsche arrodillado frente a mi cama vomitando largas batallas sobre la cordura y el envés. Pero todo eso es imposible porqué, cuando se lleva a cabo la dura tarea de seguir adelante, de no poder ni un segundo echar la vista atrás ( “si miro atrás, estoy perdido”) ya nunca jamás se es el mismo, cambiaré para siempre e iré contra el mundo, contra el viento de los demás mortales, por que tendré que seguir pase lo que pase , aunque me sangren las rodillas, aunque el sueño intente vencerme, seré esclavo de lo que no sucedió y agitaré mi paso contra la muerte. Esa es la meta que persigo desde que me diagnosticaron apnea del sueño. Tengo que dormir enganchado a miles de claves por temor a no despertar para poder ver una vez más la madrugada, y solo conciben oníricas oscuridades mis neuronas, fantasmas de afiladas uñas apresan mi subconsciente y lo machacan como una mano se clava en la piel los cristales de una copa.

Pero nadie entiende que no se pueda limpiar esta conciencia que me dice que es mejor extinguirse, solo puedo continuar , pensar que saldré de esta, que algún día venceré la debilidad que me quebranta. Lo importante es tener esperanzas, lo importante es no invertirse jamás, no rendirse jamás, no escuchar la voz roja que grita desde el interior cual es la salida más fácil. ¿Que me estoy muriendo? Que se mueran ellos. Yo voy a vivir.

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